terça-feira, 3 de junho de 2008

Fabricante e exportador, Brasil se nega a assinar tratado que proíbe bombas genocidas

Tras intensas negociaciones y varios años de campañas internacionales, 111 países reunidos en Dublín adoptaron el viernes un ambicioso tratado que prohíbe las bombas de racimo o con submuniciones en el mundo. Brasil, país fabricante y exportador de estos explosivos, figura entre los Estados que no apoyaron la iniciativa.

La "Convención sobre las bombas con submuniciones (BASM)", conocidas como bombas de racimo, fue adoptada el viernes en sesión plenaria en el estadio de Croke Park, en la capital irlandesa. Estas bombas son artefactos que, al ser lanzados, se dividen en varios explosivos que pueden alcanzar un área equivalente a cuatro canchas de fútbol.

El mayor inconveniente es cuando estas submuniciones no explotan en el momento del impacto, lo que las convierte en artefactos que se incrustan en el suelo y equivalen a minas terrestres. El tratado negociado en Dublín prohíbe el uso, producción, traspaso y almacenamiento de este armamento, culpable de la muerte y mutilación de millares de civiles en el mundo.

Los 111 Estados firmantes de la Convención se comprometieron "a nunca emplear estas armas, bajo ninguna circunstancia".Pero los principales fabricantes y comerciantes de estas armas - Estados Unidos, China, Rusia, Israel, Pakistán e India - estuvieron ausentes de la Conferencia de Dublín, y no suscribirán el documento.

Brasil no ratificó el tratadoBrasil, país fabricante y exportador de bombas de racimo, figura entre los Estados que se negaron a firmar el tratado. El ministerio de Defensa del país suramericano argumentó que "el derecho a emplear municiones es reconocido a los Estados y considerado legal, internacionalmente". Según la comunicación del Ministerio, la utilización de este tipo de bombas no solamente "aumenta el poder de fuego del Estado", sino que "disuade de acciones contra el territorio brasileño".

Por su parte el coordinador de la Campaña Contra las Municiones Cluster (como también se conocen a las bombas de racimo), Cristian Wittmann, resaltó las contradicciones de Brasil. Señaló que este país "habla de paz en los foros internacionales pero sigue fabricando bombas cluster y exportándolas a países en guerra, especialmente a Medio Oriente", reportó la Agência Brasil.

Pero según las organizaciones civiles, inclusive en ausencia de los grandes productores como Estados Unidos y Rusia, el tratado adoptado en Dublín tendrá el mismo alcance histórico que la Convención de Ottawa que prohibió las minas antipersona en 1997.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, saludó el viernes el tratado suscrito en Dublín afirmando que establece un "nuevo modelo internacional" para la protección de las poblaciones civiles."Una amplia coalición de Estados, organizaciones internacionales y representantes de la sociedad civil establecieron un nuevo modelo internacional que va a mejorar la protección de civiles, fortalecer los Derechos Humanos y las perspectivas de desarrollo", agregó el jefe de la ONU.

Según la ONG Handicap International, el 85 por ciento de las víctimas por accidentes de minas o municiones que no estallaron son civiles y el 23 por ciento niños.Algunas de las organizaciones que militaron activamente por el tratado reconocen que es el resultado de un compromiso, en el que se debieron hacer concesiones. Por ejemplo, el tratado no incluye la prohibición de bombas de racimo superinteligentes, dotadas de sistemas de radar y que pueden autodestruirse o desactivarse en caso de que no estallen.Permite además que naciones firmantes del Tratado puedan participar en operaciones conjuntas con otros países que usan las bombas de racimo.

Pero, el consenso en Dublín es que el convenio permitirá evitar los terribles sufrimientos que han sufrido decenas de millones de personas en el mundo, víctimas de las bombas de racimo, y que el amplio respaldo recibido por el Tratado significa no sólo la prohibición de estas armas, sino también su estigmatización.

El tratado, que incluye medidas de asistencia para las víctimas, establece un período de ocho años para que los países firmantes dejen de construir y almacenar las bombas y eliminen ese tipo de municiones de sus arsenales. Este convenio deberá ser sometido a la firma de los Estados en una ceremonia en Oslo el 2 y 3 de diciembre próximos, antes de su ratificación. Entrará en vigor seis meses después de que lo hayan ratificado al menos 30 países.

FONTE: TeleSUR - Afp - Agência Brasil / sb - SB

Um comentário:

Wander disse...

Esse texto desmente claramente, a mentira colocada pela mídia brasileira de que somos um país pacifista. A fabricação de armas e bombas, no Brasil, começou à época da ditadura militar. Nessa época se exportava grande quantidade de armamentos, especialmente para o Iraque de Sadam Russein. Pelo que podemos ver, o modelo implantado pela ditadura persiste até hoje.